[one_full last=»yes» spacing=»yes» center_content=»no» hide_on_mobile=»no» background_color=»» background_image=»» background_repeat=»no-repeat» background_position=»left top» border_position=»all» border_size=»0px» border_color=»» border_style=»» padding=»» margin_top=»» margin_bottom=»» animation_type=»» animation_direction=»» animation_speed=»0.1″ class=»» id=»»][title size=»4″ content_align=»left» style_type=»underline solid» sep_color=»#206b1f» margin_top=»» margin_bottom=»» class=»» id=»»]VIERNES 12/09/08 TRES MEDALLAS: REDITO DEL DEPORTE VASCO EN LA JORNADA DE HOY EN BEIJING.[/title]

Y a la tercera fue la vencida.

Tras dos participaciones en las que los resultados no habían hecho justicia a la clase que atesora en sus piernas Javier Otxoa, éste demostró que, en carretera y en su categoría, sigue siendo el numero uno.

Había sufrido lo indecible en su paso por el velódromo de Laoshan, primero porque en su debut, en la carrera de persecución en la que albergaba la esperanza de conseguir un metal, un error colectivo de estrategia en el planteamiento de carrera, le impidió poder luchar por él, y después, porque dos ingleses y un checo demostraron ser verdaderos especialistas en la prueba de velocidad sobre el kilómetro y marcaron mejores cronos.

Pero hoy Javier sabía que era su día. En el autobús que le acercaba desde la Villa Olímpica hasta el circuito fue repasando mentalmente el circuito en el que había entrenado algunos días atrás y recordando los tramos en los que tenía que usar tal o cual desarrollo. Minutos antes de la salida nos confesaba que se encontraba bien que ésta –y la de mañana, la de fondo- eran sus carreras en estos Juegos y que no iba a dejarse nada.. Sus gestos, sus palabras, la tranquilidad que reflejaba su rostro, no podían sino ser sinónimos de una importante confianza en si mismo. “Voy a por todas. No me voy a dejar nada. Además se la quiero dedicar a mi padre que está en le hospital, a mi sobrino que acaba de nacer, a mi madre que siempre está pendiente a…”. Era como si el no pisar el podium del velódromo, lejos de desanimarle, de crearle temor hacia sus rivales, le producía más y más motivación.

Y así, en cuanto le dieron el 3,2,1 de salida, Javier salio dispuesto a refrendar su oro conseguido en Atenas en esta prueba. Su incuestionable técnica –que hereda de su pasado como profesional- y su capacidad casi innata de leer adecuadamente el ritmo de carrera en circuitos sinuosos y con importantes repechos, le permitieron adecuar el ritmo de carrera y dosificar adecuadamente sus fuerzas. Su capacidad de sufrimiento, gestada en tantas horas de competición y entrenamiento y alentada por las ganas de poner fin a quienes cuestionaban su estado de forma, le llevaron a arrancar segundos al crono de sus rivales en los momentos mas complicados de la carrera, lo que le permitió hacer los 24,8 Km. de la prueba en 37:26:47, casi doce segundos menos que el británico Darren Kenny y 1 minuto y 21 segundos por delante del surcoreano Jin Yong-Sik.

Luego, entre el sudor y los abrazos, ahora sí, de todos, seguía recordando a los suyos. Y a sus rivales y a sus compañeros. Como siempre que ha ganado pero también como siempre que le ha tocado perder. Como hacen los deportistas que se visten por los pies. Como hacen las personas que merecen la pena tener cerca.

Y luego el podium, una nueva medalla, la tercera ya, en su palmarés paralímpico, un recuerdo para su hermano y una foto con la ikurriña.

Antes que a él le había tocado salir a Aitor Oroza en la categoría de triciclos. Finalmente cosechó un más que meritorio diploma paralímpico que era lo que ambicionaba cuando cogió el avión para Beijing. Sabedor de que en una carrera en la que tenía que competir contra ciclistas de una clase de discapacidad inferior a la suya, sus opciones eran poco menos que nulas de cara al podium, se centró en todo momento en marcar un crono adecuado a sus posibilidades. “Me voy a exprimir al máximo, nos había prometido” y a fe que lo hizo. Su tiempo final compensado, de 24:32:41 fue superior en 2’18” al del vencedor, el británico David Stone. El bizkaino quedó séptimo en la clasificación final, pero segundo en su categoría, lo que de haberse mantenido la división en la competición que marca el propio Comité Paralímpico Internacional le hubiera hecho subir al podium a por la medalla de plata. Lo que, sin duda, hubiera merecido.

Tras la matinal de ciclismo, el mediodía tenía marcado una cita con la boccia. Un navarro, Santi Pesquera, una gipuzkoana, Yolanda Martín y un jerezano Chema Rodriguez, disputaban la final de parejas mixtas en la clase BC•3 reservada a personas con parálisis cerebral. Enfrente se las tenían con los surcoreanos, quienes ya les habían derrotado en las eliminatorias. “El nivel de este deporte ha subido muchísimo y hay que tener mucho cuidado con los asiáticos” nos había manifestado Santi Pesquera unos días atrás. El de Pamplona es el auténtico lider del equipo.
Su experiencia de 4 paralimpiadas le sirve para, en los momentos difíciles, decidir la estrategia a utilizar. Y eso en un deporte en el que las partidas se resuelven, en la mayoría de las ocasiones, por escoger la adecuada es mucho. La lección que en este sentido diera en la apuradísima semifinal ante Portugal no será fácil de olvidar a los amantes de este bello deporte.

El primero de los parciales del partido fue claro en el marcador para los coreanos, 3-0, aunque no lo fuera tanto en el juego, en el segundo la victoria sonrío a Santi y a Chema, pero sólo por un exiguo 1-0, igual resultado que deparó el tercero, pero a favor de Corea. En el último, con saque a favor de ésta y con un lastre de tantos puntos a su favor, sólo quedaba arriesgarse al máximo. Lo hicieron y pelearon cada lanzamiento hasta el final, pero los asiáticos, con un juego sólido y eficaz, no dieron opción al cambio en el marcador. Al final un 8 a 1 y alegría desbordada…de los derrotados. Martín, Rodríguez, Pesquera, como una piña en el centro de la pista. Y luego Santi al suelo, en un juego no se sabe si pactado con sus auxiliares, que querían despedirse así de quien anunció finalizar en Beijing su ciclo de alta competición. “Cinco días a la semana, cinco horas…es mucho”, nos confesaba sonriendo. Si se va, con cuatro medallas paralímpicas conseguidas en Sydney, Atenas y en la capital china, en sus vitrinas, su nombre deberá pasar también a la historia del deporte vasco, aunque eso sí nos dejará un poco huérfanos a todos por su buen hacer en la cancha y por su amabilidad fuera de ella. Nos quedará, eso sí, Yolanda Martín que conseguía hoy su tercera medalla paralímpica en su vida deportiva y que todavía ahora describe con un “no me lo creo” las sensaciones después de conquistarla.

Con estas tres medallas, la representación vasca suma 7 desde que comenzaran los Juegos.

Para mañana la escena paralímpica contará con la participación de Javier Otxoa y Aitor Oroza en ciclismo y de Sara Carrcelas en natación, aunque mañana la tres veces medallista en Atenas, tendrá que competir en una categoría superior a la suya en la que competirá en total desventaja.

TXEMA ALONSO
FUNDACION SAIATU

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