Ver baloncesto a las 3 de la mañana es algo a lo que nos habían obligado los horarios norteamericanos si queríamos seguir su máxima expresión, que eran, y son, los encuentros de la NBA. Así que quien haya aguantado para ver por TV la disputa del partido entre la selección española y la de Gran Bretaña no ha hecho otra cosa que seguir la rutina de los grandes amantes de este deporte. Pero jugar a las 10 a.m es otra cosa. Los biorritmos no están habituados a una exigencia extrema a esa primera hora y por muy a las 5 de la mañana que te levantes, tu cuerpo no está habituado a activarse tan pronto. Podría sonar a excusa de entrenador, pero lo cierto es que es una apreciación simple y desde la grada, para tratar de explicar el porqué durante los primeros minutos los contendientes parecieran mas fuera que dentro del partido y que los errores sobre la canasta rival fueran demasiados y poco comprensibles sobre todo si tenemos en cuenta que sobre el parqué del Ariake Arena se encontraban algunas de las mejores muñecas de este deporte.

Y es que el partido necesitó casi 2 minutos para ver como se inauguraba su marcador. Ale Zarzuela -que ha firmado unos grandes juegos dominando la escena de la pintura contraria-, los firmaba, aunque a los pocos segundos su compañero en el equipo albaceteño del AMIAB, Gaz Choudhry hacía lo propio empatando el encuentro. Luego siguieron minutos de aciertos puntuales y desaciertos menos puntuales, para llegar a la bocina del primer parcial en equilibrio absoluto (13-13).

El despertador pareció sonar en el stop de 2 minutos. Asier que había cerrado el tanteador en el anterior, abrió el del segundo poniendo por delante a los chicos de Trigo, y volvió a adelantarles tras una canasta de Warburton. Luego un triple de David, que se reivindicaba como el gran lanzador que es, ponía el marcador en un 20 a 15 y un nuevo acierto de Zarzuela lo elevaba dos puntos más que con el adicional de un lanzamiento de tiros libres lo situaba en 8  (24-16). Precisamente estos fueron los puntos de rédito máximo que la selección estatal tuvo a lo largo de todo el encuentro, pero, en aquellos instantes sonaban mejor que bien. Los británicos habían estado poco fluidos en sus transiciones y la presión sobre su maquinaría anotadora había dado sus efectos.

Pero era cuestión de tiempo que retomaran a su basket habitual. En dos minutos entre los que van del 14 al 16, entre Warburton y su compañero en Ilunion, Bywater, se encargaron de dejar la distancia en su mínima expresión (24-23). Aún así, la selección no dejó de liderar el marcador hasta llegar al descanso con un 30 a 28 que daba pie a todo, pero que no auspiciaba en, absoluto, lo que iba a ocurrir tras llegar a él.

Y es que el equilibrio del luminoso apenas si duró un par de minutos tras el receso. Poco a poco, entre Warburton, fundamentalmente, Choudhry y Abdi Jama, que definitivamente habían dado un paso al frente en su equipo, fueron fraguando distancias, hasta llevarlas a 12 puntos en el minuto 29, que sólo vieron mermar en 2 al finalizar el tercero de los parciales.  Un parcial de 10 a 22 expresaba, sí, el acierto de los británicos en el acometer el aro español, pero también el desconcierto por el que transitó durante esos 10 minutos la escuadra de Trigo. Éste intentó por todos los medios, cierto es, parar la avalancha de juego que les venía encima, pero los movimientos de banquillo no fueron suficientes como para evitar la sangría, que, por cierto, fue a mayores cuando se inició el parcial postrero. En un minuto subieron el diferencial a 14, (40-54), pareciendo liquidar así el debate por el bronce. Pero Trigo ha sabido construir su equipo de forma tal que no bajen nunca la cabeza y, poco a poco, a veces titubeantemente eso sí, sus chicos fueron diezmando el diferencial hasta que Amadou Diallo -notable su trabajo durante todo el partido-, y a falta de minuto y medio para el final, lo situaba en tan sólo 5. Puntos. Poco tiempo quedaba, pero pocos eran los puntos que quedaban por enjuagar. Los británicos hicieron entonces, lo que debían hacer, no ponerse nerviosos con la presión de su rival. Además, haciendo entrar a Bywater a atacar y a Manning a defender, fueron capaces de controlar mejor el juego cuando les tocaba llevar el balón y dificultar las acciones ofensivas, sobre todo de un Manu Lorenzo que se reventaba por llevar el balón dentro del aro británico. Los lanzamientos de personales en las que tenía que incurrir la selección los solventaron sin mácula los ingleses de forma que llegaron con tranquilidad al final del encuentro. Un ultimo punto de David Mouriz, en lanzamiento de tiro libre, sellaba el partido (58-68) y el paso por Tokyo de una selección que soñaba con todo, jugó para ello pero se encontró en su camino al que a la postre ha sido quien ha conquistado el Oro -EE.UU- y a quien ostenta el título de campeón del mundo -Gran Bretaña.

Seguro que ahora el cuarto lugar y el Diploma que lo acredita, les sabrá a poco. Todavía durante unos días estarán mascullando la frustración por verse desalojados de un pódium que, con sinceridad, merecían, pero, dentro de un tiempo, estamos seguros, sabrán valorar en justicia lo realizado y les quedará, como a quienes los hemos visto, una sensación intima de orgullo por el esfuerzo y el trabajo demostrado, que ningún metal puede generar.